viernes, 18 de noviembre de 2022

La Alberca-Cornisas de Batuecas-Valle de Lera-La Alberca. 03/10/22

Voy a saltarme a la torera esa costumbre mía de ir subiendo las entradas por orden cronológico (a pesar del desfase cronológico entre ellas y la actualidad, que va "in crescendo"...). El motivo es que Antonio, uno de los compañeros de ruta por las cornisas de Batuecas, ha subido en su blog las impresiones que le aportó el caminar por aquellos pagos por primera vez. Se me ha ocurrido, con su consentimiento, aprovecharme de la calidad de su relato y haceros partícipes de él uniendo al mismo fotos que hice a lo largo del día, no muy bueno en cuanto a luces debido a la calima. En este enlace a su blog podéis ver el original junto a fotos que hizo Antonio Castaño ese mismo día (os recomiendo de paso recrearos leyendo otros de sus relatos...; merece mucho la pena). Espero que os guste la idea para añadir un plus a una ruta que ya he subido dos veces más aportando datos horarios, enlaces a tracks y demás, como podéis comprobar cliqueando aquí y aquí.

Bajo el sugerente título "EL FUEGO SE FRENÓ ANTE LA BELLEZA DE LAS BATUECAS", así nos cuenta Antonio sus impresiones de un día para enmarcar... a pesar de la calima...:


Asomó al valle a través de la Portilla de El Cid  (justo detrás se encuentra El Cabezo, donde empezó aquel fatídico 11 de julio), pero milagrosamente después de bajar por la ladera hasta las puertas del convento e incluso cruzar el río, no pudo extender su lengua asesina valle arriba; habría sido una pérdida irreparable.

Cuando llegamos a primera hora al Portillo, se nos encogió el corazón al ver de frente las secuelas del incendio, pinos y matorral abrasados, una franja marrón en medio de tanto verde. Afortunadamente, a medida que caminamos, pudimos comprobar que el valle se había salvado.




Arriba a la drcha. la Portilla del  Cid. Abajo, muy cerca de la zona
quemada se aprecia uno de los campanarios del Convento.

 Con una temperatura otoñal y un cielo enmarañado, sin dejar resquicios del azul que tanto me apasiona, iniciamos una ruta que nos había preparado mi amigo Manolo, un caramelo que nos había prometido cuando caminábamos por la otra ladera del valle allá por el mes de enero.

Al llegar al Portillo, el camino está escondido tras los pinos y la hojarasca, tan sólo un pequeño hito delata la posibilidad de que sea un largo camino y sobre todo que esconda tantos tesoros.


Cortafuegos junto al Portillo, probablemente removido y ampliado durante el incendio.

Discurre el camino por la ladera norte del valle en un constante sube y baja, una especie de tobogán que tan pronto te sube hacia las cumbres como te baja hacia las profundidades del valle. Es un antiguo camino, ahora desbrozado y bien conservado que permite a los caminantes disfrutar de un paisaje de ensueño, muy propio de estar en Las Batuecas. ¿Para qué lo utilizarían hace años?

Una vez superado el impacto de ver los efectos del fuego, comenzamos a caminar hacia el oeste, alcanzando a dominar gran parte del recorrido, una amplia panorámica desde nuestro especial mirador, que a medida que nos movíamos, parecía viajar con nosotros. Enfrente aparecían de vez en cuando señales que dejó el fuego asomando sus narices, en su intento de colarse hacia el valle. En cambio más a lo lejos, el Rongiero nos muestra su peor cara, los tiznes del verano lo han pintado de negro.

Al fondo el pico Rongiero, con una zona quemada a su izqda.

Canchales formando caprichosas figuras, especialmente una mariposa, adornan la ladera por donde se divisa perfectamente el camino que recorrimos en enero, desde el que contemplamos el que ahora llevamos, picándonos la curiosidad de recorrerlo. Los buitres enseguida nos observan desde los roquedos más inaccesibles, Manolo con su sexto sentido para observar todo lo que se pueda, pronto localiza un halcón perfectamente camuflado en lo más alto de una cresta, haciéndolo confundir con un picacho.

Buitre secando al sol el rocío que ha quedado por la noche en sus alas.

Halcón peregrino

El canchal "de la mariposa".

Se ha recuperado el viejo camino que bordea como puede rocas y gargantas, entre encinas cubiertas de musgo y matorrales, especialmente brezos, algunos de ellos florecidos; de otros tan sólo quedan sus cepas de formas retorcidas, materia prima de inspiración para los artistas. Entre rocas de formas increíbles, raíces talladas por la dureza del suelo, piedras caprichosamente coloreadas por los pigmentos minerales, troncos retorcidos por la fuerza de los vientos, no teníamos tiempo de observar tanta cantidad de estímulos visuales, todos de una gran belleza.


Las moles petreas de las peñas del Huevo y Carbonera, con  algo más de 1400 y
1500 m. de altura respectivamente, son los picos más llamativos de esta zona de Batuecas. 


Es fácil cruzarse por estos senderos con alguna cabra montés



Al fondo la cumbre del Rongiero que desde aquí esconde el abrasamiento padecido al otro lado.


De vez en cuando rocas parecidas a farallones, se adentraban en el valle formando unos miradores de vértigo, eran paradas obligadas para contemplar un paisaje espectacular, donde los pliegues caprichosos, semicirculares, inclinados, son una de las señas de identidad más llamativas de ese paraíso geológico. 


Hoy el Pititongo, del que podéis ver fotos en días con mejores luces en los enlaces
de arriba, parece haberse quedado "de piedra" contemplando los efectos del incendio


Entre rocas, la Peña de El Huevo tiene su protagonismo, vista de cerca apenas guarda los contornos redondeados que exhibe desde la distancia, pero su porte es impresionante, una especie de grano que le ha salido a la cresta de la Sierra.

Al llegar, nos recibió un impresionante macho con una cornamenta espectacular que se pavoneó ante nosotros saltando de roca en roca hasta perderse por el horizonte camino del valle. 





Rodeamos la peña, avanzando hacia el oeste hasta que el precipicio nos hizo regresar buscando una salida para no correr ningún tipo de riesgos. 



Nos habíamos animado a seguir un sendero que iba por debajo del habitual, pero al llegar a este punto
dimos la vuelta al ver que se alejaba de nuestra ruta de hoy. Probablemente se dirija a la Cueva del Pallón...

Alcanzamos una pista donde nos encontramos con dos agentes medioambientales con los que no pudimos menos de comentar el fuego del verano.

Pronto dejamos la pista para iniciar un camino empinado que baja lo suyo bordeando la ladera; desde la distancia parecía un pequeño Cares. El camino bajaba en constante zig-zag, lo que evitaba resbalar al pisar piedras menudas. En ese momento comenzaban a dar señales de vida los buitres sobrevolando el cielo. Impresionante la cantidad de ellos posados en los roquedos perfectamente camuflados entre las rocas. Asustaba ver tantos buitres juntos; no se si habrá tanta comida para ellos, tal vez se esté desequilibrando el ecosistema.




En el embalse de Gabriel y Galán se notan los efectos de la prolongada sequía...


Impresiona de lejos ver el trayecto que sigue el sendero.

Nos acercamos en esta ocasión al Risco Gordo (1287 m.), cumbre accesible a
poco más de 100 m. del camino, que ofrece grandes vistas del interior de Batuecas.



Pensé que ya había hecho la fotode grupo la cámara... pero no.., 😅


Zona con desprendimientos.


Los pequeños bosquetes de encinas que luchan por sobrevivir desde hace siglos en
una zona muy inclinada y casi sin suelo parecen sacados de cuentos de hadas...

Al fin apareció el escenario de la foto espectacular que nos había enseñado Manolo, situado en una curva del camino a orillas de un desfiladero, la realidad era muy distinta de la foto que ponía los pelos de punta. Lo que hace la ficción.


Una vez que posamos los tres para la posteridad, enfilamos la última parte del valle que nos llevaría a Los Puertitos, no sin antes dar el último empujón de subida. A la sombra de unos pinos al lado del chozo (“octubre tiene r” y como siempre nos recuerda Antonio es peligroso tomar el sol directamente) repusimos fuerzas y cargamos combustible para aguantar los kilómetros que faltaban.

Siempre impresiona ver la facilidad con la que se mueven las cabras
monteses por roquedos verticales con un profundo abismo bajo sus patas.


Al salir a la cuerda ya se deja ver la Peña de Francia.

El chozo donde daríamos buena cuenta de nuestras viandas...

Nos acercamos al puerto de Monsagro para comprobar los efectos del fuego. El Rongiero y la sierra de la Granjera abrasados, parecían desubicados, nada que ver con la imagen que teníamos los tres de ese maravilloso paisaje. Parte del valle del Agadón está calcinado, una especie de lengua bajó ladera abajo, cruzando el río, para subir hasta la carretera, llegando al Copero, desde ahí, el fuego se desbocó alcanzando las puertas de Tenebrón y Diosleguarde. 

Valle de Batuecas



Monsagro.

Con el corazón encogido nos dimos la vuelta, iniciando el regreso hacia La Alberca por una pista interminable que acaba a los pies de La Peña de Francia, por donde nos cruzamos con ciclistas y gente mayor del pueblo que salen con frecuencia a caminar por esos pagos.






Al fondo Guijuelo, con dos montañitas sobre él por donde estuvimos la semana anterior.

Una de las"jaulas-trampa" que se utilizan para controlar a la población de cabras.

 Al llegar a la carretera, cogimos el camino que nos llevaría al pueblo; como siempre, los caminos son bastante más entretenidos. Algunos helechos estaban otoñales, dando un tono espectacular a la caída de la tarde entre pinos Valsain. 

Puente de lajas sobre el río Lera.






La Peña del Huevo tras los castañares y los pinares.

Huertos y prados verdes donde caballos se saciaban de hierba fresca, gente del pueblo que salía a correr; un final entretenido para terminar los 24 km. 



Pusimos punto final al maravilloso día con unas cervezas sentados en una terraza antes de coger el coche, celebrando que el fuego no se atrevió con el valle de Las Batuecas.

2 comentarios:

  1. Muy original tu trabajo Manolo. Me ha encantado,te lo has currado bien. A pesar del día,muy buenas las fotos. Fue un gran día, cómo lo disfrutamos.

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    1. En buena compañía como la vuestra y transitando por parajes así, se hace más fácil disfrutar de grandes días como el que pasamos...
      Esperemos que se recupere pronto la zona dañada por los incendios y no se lleven las lluvias la poca capa fértil que queda en las zonas más inclinadas...

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