La tarde que llegamos, el 3 de agosto, ya hicimos una pequeña excursión desde Arizkun, donde nos hemos quedado a dormir estos días, hasta el bonito barrio de Bozate, curioso enclave donde vivieron los últimos agotes, grupo social discriminado por motivos religiosos, y donde visitamos un bonito museo al aire libre creado por el escultor Santxorena.
El día 5 nos fuimos a la playa de San Juan de Luz, cosa que agradecieron mucho los más pequeños y la mayoría de los mayores. Impresionante la iglesia matriz y el ambiente vespertino.
El día siguiente lo dedicamos al parque natural del Señorío de Bértiz, visitando antes Elizondo. En otoño, este bosque mixto donde no se tocan los árboles enfermos o caídos, debe ser aún más impresionante.
El miércoles 7 teníamos idea de unir las cuevas de Urdax, Zugarramurdi y Sara (ésta última en Francia) andando, pero el tiempo solo nos dejó ver las dos primeras... y unirlas en coche... Y menos mal que nos retrasamos bastante en la visita de las de Urdax, pues fue entonces cuando empezó a llover, llover... De la de Urdax, me quedo con algunas de sus salas de estalactitas y estalagmitas donde “cuelgan” una especie de hilos.., que resultan ser raíces vivas que llegan hasta allí. En Zugarramurdi se respiran muchas leyendas, sobre todo si a sus grandes dimensiones se une un día de lluvia persistente como el que tuvimos nosotros (nos tocó comer en el frontón... cubierto). Acabamos acercándonos a Ainhoa, otro pueblo vasco-francés también muy cuidado, donde sorprende el ver algunas bananeras, lo que indica la suavidad del clima de la zona. Las predicciones metereológicas tampoco eran muy halagüeñas para el día siguiente, lo que hizo que paráramos a visitar Amaiur antes de volver a Arizkun y reservásemos una visita a su molino con elaboración infantil y degustación de talos. Visita al pueblo, con caserones impresionantes, y paseo hasta el monumento en las afueras dedicado a los últimos navarros que se opusieron a la integración en Castilla, y a dormir y a rezar por un día menos lluvioso.
Al día siguiente nos fuimos a conocer el monte que rodea el puerto de Otxondo, ya muy conocido por nosotros de tanto ir y venir en coche a Francia por allí. Buenas vistas hacia el Baztán y curiosas sus construcciones megalíticas y la presencia de ponis en libertad. Como colofón decidimos ir por la tarde a Biarritz, acercándonos primero a la playa y luego a cenar. Aquí llaman la atención algunos hoteles de finales del XIX y principios del XX, y el ambientillo, claro.
Al dia siguiente nos separamos las cuatro familias, y la nuestra se acercó a ver a la familia, valga la redundancia, hasta Zarauz, donde una tarde de tormenta nos hizo disfrutar de unas espectaculares vistas desde su malecón.
Salu2 a to2 y que os gusten las fotos.
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