Barruntábamos el confinamiento de Salamanca y, aunque sólo contábamos con los dos últimos días del puente del Pilar para salir fuera, enseguida preparamos a una visita "aos nossos vizinhos do lado". Lo decidimos la tarde del viernes y nos iba a salir todo redondo..., bueno, casi todo... ¿verdad Paco?
Salimos el ¡domingo! sobre las 8 h. con idea de hacer una ruta en bici ese día entre Mira y Praia de Mira... si encontrábamos una tienda de alquiler y no salía muy caro... Durante el viaje en coche estuve reservando todo y cerca ya del mediodía (siempre hablaré en hora española) dimos por fin con la casa de Mira donde nos esperaba la pareja angloportuguesa del alquiler con 7 variopintas bicis preparadas a 10 euritos por barba. Unas plegables, otras no, unas con cambios, otras no, cada una de su madre pero todas operativas para lo que pensábamos hacer, que básicamente consistía en unir ambas poblaciones por zona llana siguiendo un carril bici que pasa por dos lagunas que algunos de los participantes conocimos hace más de quince años y nos gustaron mucho... y asomarnos al mar en bici...
Aunque yo ya llevaba la ruta bajada de wikiloc por si acaso, se ofreció para acompañarnos hasta la Lagoa de Mira la chica portuguesa para mostrarnos algunos sitios donde tomar unos petiscos por allí.
Ya cerca de la laguna se hace muy agradable seguir el camino compartido con peatones. |
Nos despedimos de ella y casi sin parar a recrearnos con las vistas de la primera laguna (lo haríamos de regreso) decidimos seguir por la vía ciclo-pedonal (ciclo-peatonal) camino de Praia de Mira sin comer aún, pues recordamos que en el lugar donde teníamos reservada la noche ofrecían un brunch a mediodía con muy buena pinta y decidimos hacerlo allí.
Pero poco antes de llegar a Praia de Mira la vía rodea parte de la Barrinha, la otra laguna, y al llegar a su vera si que hacemos una parada técnica. Muy cambiada la encontré respecto a nuestra anterior visita de hace más de 15 años, con muchas más construcciones alrededor y con una gran proliferación de jacintos de agua, especie exótica originaria de América del Sur que pasa por ser una de las más dañinas del mundo a ecosistemas autóctonos.
Este aguilucho lagunero mantuvo en vilo a varios grupos de gaviotas y azulones que había en el centro de la laguna. |
Toda la zona que hemos atravesado estuvo cubierta por el mar hasta hace tan sólo unos 600 años, y fue el avance progresivo de las dunas quién alejó de éste progresivamente a Mira. Quedaría aislada de forma natural su laguna en torno a 1600, y bastante más tarde (en 1881) y con ayuda del hombre la Barrinha , que aún resistía como una albufera. La construcción de canales de drenaje junto al aporte de pequeños cursos fluviales aceleró la pérdida de salinidad en ambas.
Es tradición adornar las popas y/o proas de los barcos con dibujos, uno de ellos más bien "pícaro" y con doble sentido y otro más serio, dedicado a recuerdos costumbristas, históricos, de vida cotidiana... |
El hambre ya aprieta, y cerca de nuestras 14 h. llegamos a O Violas, tapas & bed, a tiempo de probar el brunch, término inglés que desconocía y que, como su nombre indica, viene a ser una mezcla de breakfast y lunch.
El puente ciclo-pedonal sobre la vala das Lavadeiras, ya en Praia de Mira. |
Y tras dar cuenta de las distintas "tapas" saladas y dulces incluídas en el brunch, nos despedimos de nuestros "caseros" con un "hasta logo" y nos acercamos en bici a la playa que tenemos al lado, donde vemos varias barcazas utilizadas para la Xávega, tipo de pesca artesanal que aún mantienen varias poblaciones de la Costa de Prata portuguesa, entre ellas Praia de Mira.
La iluminación del sol por la tarde parece dar la razón a quienes decidieron llamar al tramo costero entre Oporto y Lisboa por el nombre de Costa da Prata. |
Tras un pequeño paseo junto a la playa retornamos hacia la Barrinha y tras rodearla por la orilla opuesta a la que seguimos por la mañana retornamos hasta la laguna de Mira, decidiendo seguir el ciclable PR2 MIR conocido como Rota dos moinhos (ruta de los molinos).
La iglesia de Praia de Mira junto a la playa recuerda el colorido de los palheiros de Costa Nova con los que tenemos una cita al día siguiente. |
Así debían ser los antiguos palheiros usados como almacén de artes de pesca y otros utensilio, cuya decoración ha sido el origen de las típicas casas de Costa Nova. |
Estrilda joven. |
El recorrido sigue siendo agradable, siempre a la vera de la Vala Real, canal de drenaje entre ambas lagunas que cuenta con varios molinos... La pena es que no se pueden visitar, ni casi apreciar desde el camino, por ser todos privados...
Mucho eucalipto en algunos tramos... demasiado.. |
Lo que veis a la derecha no es un prado, ni cultivos, sino una vala de agua dulce oculta por los jacintos de agua. |
Ya cerca de las 18,30 h. devolvemos las bicis y regresamos a Praia de Mira, esta vez en coche, para hacer el check-in y buscar sitio para cenar. Y tras resolver un pequeño problema con la reserva de Booking salimos a dar una vuelta, descartando nuestra intención de cenar en el recomendable restaurante Salgaboca y quedando con Sergio y Rita para hacerlo más tarde en O Violas.
Un agradable paseo que nos llevará a unas pasarelas de madera inauguradas este mismo año, con vistas hacia la playa por un lado y hacia una pequeña laguna conocida como lago do mar que enlazaba la Barrinha con el mar antes de su aislamiento.
Regresamos al pueblo ya bajo un gran manto de estrellas entre las que destacan por su brillo los planetas Marte, Júpiter y Saturno.
La nueva pasarela de noche y en B/N con Júpiter y Saturno sobre ella... |
Una copiosa cena cocinada con mucho mimo por Rita pondrá la guinda a un día bien aprovechado.
Y el lunes madrugamos y antes de desayunar volvemos a recorrer las mismas pasarelas, regresando por la playa.
Uno de los laterales del lago do mar está ocupado por bungalows del camping. Por el otro hay otro sendero ciclo-pedonal con buena pinta. |
Todo un placer disfrutar de las primeras luces del día sobre una playa desierta que parece no tener fin... |
Correlimos tridáctilos |
Gaviota sombría |
Ya cerca de O Violas vemos un par de tractores arrastrando una barcaza y acercando a los pescadores al tramo de playa donde prepararán todo más tarde para la xávega. |
un desayuno espectacular con, entre otras delicias, los mejores croissants que he probado nunca. |
Nos despedimos de Sergio y de Rita muy agradecidos por el buen trato que nos han dispensado en todos los aspectos. Esta pareja de emprendedores ejemplares y multifacéticos se han embarcado en regentar O Violas buscando algo distinto, original... Difícil empresa, más aún en los tiempos que corren, pero estamos seguros que su pequeño local lleno de encanto les va a dar muchas satisfacciones.
Nos acercamos por la carretera que sigue paralela a la orilla del mar hasta Costa Nova, donde sus palheiros, típicas casas de colores, han proliferado mucho desde nuestra anterior visita hace ya más de 15 años, especialmente a lo largo del amplio paseo que se encuentra junto a la ría de Aveiro.
Entre los palheiros turísticos de nuevo cuño quedan algunos edificios de aire modernista que casan muy bien con ellos. |
Es día laborable en Portugal, pero a diferencia de lo visto en Praia de Mira, en Costa Nova y Aveiro encontraremos muchos turistas españoles. |
Un típico empedrado portugués, con motivos marineros, combina a la perfecciòn con el colorido de estos nuevos y alegres "palheiros turísticos". |
Nos quedaremos más de dos horas en Costa Nova, paseando plácidamente entre la ría y la playa antes de partir en los coches hacia Aveiro.
Un buen bando de vuelvepiedras, seguramente descansando en su migración. |
En verano las huellas por aquí serán de "pieses"... |
El faro de Barra, el más alto de Portugal y segundo de la Península, acercado con el zoom. |
Diría la gran Amália Rodrigues que é com certeza uma casa portuguesa... por su São José de azulejo... |
Una vez allí buscamos el restaurante O Mercantel que nos han recomendado unos amigos para comer y, con él ya localizado, aprovechamos para dar un paseo por el centro de la llamada "Venecia portuguesa", recreándonos en los dibujos de sus típicos moliceiros, vistosas embarcaciones de las que ya os he hablado antes. Algunos mensajes de doble sentido son muy buenos...
Operarios restaurando el típico empedrado portugués. |
Comemos algo más tarde de lo habitual... pero comemos bien en O Mercantel. Y tras dejar el restaurante, unos helados y unas tripas (especie de crepes dulces típicos de la zona) nos acompañarán en un nuevo paseo por un gran centro comercial y el canal que lo bordea.
Descartaremos hacer un recorrido más amplio por la ciudad en "buga" por razones de tiempo y ya cerca de las 18 h. regresamos a los coches para retornar a Salamanca.
Es entonces cuando nuestra calificación del finde baja de redondo a casi redondo, al encontrarnos con una pequeña multa en uno de ellos, motivada por una mala señalización de parking, que resolveremos ya en Salamanca... Aún así, muy recomendables los lugares visitados y las actividades que hemos llevado a cabo. Y un 10, sin duda para el trato de Rita y Sergio durante nuestra estancia en su local. Mucha fuerza y salud compañer@s.