jueves, 6 de abril de 2017

Lerma bajo un gran manto de nieve. Navidad del 2004

"Era Navidad para algunos. Un gran manto de nieve cubría los parques y las calles. Las personas se asomaban a mirar por las ventanas para ver el gran milagro blanco. La ciudad estaba en completo silencio. Era impresionante...". 

Este inicio de un relato corto dedicado a la Navidad que podéis leer aquí define muy bien la primera impresión que tuve aquel, ya lejano, 26 de diciembre de 2004 nada más salir de mi casa lermeña, cámara en ristre, ansioso por capturar algunas imágenes de aquel momento especial... 


Pero, bueno, antes que nada os contaré a los sufridos seguidores de la parte escrita de este pedazo de blogggg el motivo de una entrada tan "alejada" en el tiempo. El presente año se conmemora el 400 aniversario de la finalización de las obras más importantes del complejo monumental de Lerma, uno de los mejores exponentes de la arquitectura herreriana del s. XVII. Dicha conmemoración quiere ser la antesala de un acontecimiento aún mayor en 2019, con la ubicación de un nuevo capítulo de Las Edades del Hombre en la villa ducal. Quería poner en el blog mi granito de arena a la celebración de ambos eventos, y he decidido "rebuscar" en los archivos y compartir con vosotros las imágenes que me dejó un momento mágico y especial que viví en mi "villa de los mil balcones" (así la llamaba el amigo Javi, lermeño de adopción que amó con pasión a este bello pueblo que me vio nacer).


Muchos balcones aún por restaurar...
La mañana del día siguiente a la Navidad nos sorprendió en Lerma con una gran nevada, y sobre las 9 de la mañana me calcé mis botas de montaña y me fui a dar una vuelta y hacer unas fotos por el pueblo, aprovechando la coyuntura. Y seguía nevando...

Empezaría mi recorrido acercándome a la calle del Reventón para llevarme una imagen de uno de los "vista points" más demandados por todo visitante de la villa.




Después de recrearme un rato junto a la ermita de la Piedad, en tiempos medievales centro neurálgico de Lerma, me acerqué hacia la calle de la Paloma, con las plantas de sus tiestos ya algo vencidas por el peso de la nieve.





Una de las vistas más completas  de la torre de la Colegiata de San Pedro puede contemplarse tras cruzar esta calle y subir junto a la explanada de la Capilla.




Y el espacio abierto de la plaza de San Pedro nos deja una de las instantaneas más bonitas de la Colegiata... No podía faltar en el blanco reportaje...





Al acercarme a la calle del mismo nombre, los tejados de sus casas y los de la cercana calle Mayor vestidos de blanco daban un toque especial a la zona.




Ya llevaba media de paseo y decidí pasar por el arc
o que se encuentra bajo los pasadizos que unen el convento de de las Claras con San Pedro, un lugar donde siempre corre el aire y uno de los rincones lermeños que más me gustan.


La nieve recién caída me dejó imágenes inmaculadas del paseo Félix Rodríguez de la Fuente y de la subida hacia los Arcos, mejores aún de lo que esperaba encontrar.




El mirador de los Arcos, que como todo buen lermeño sabe, es la mejor atalaya para contemplar los alrededores de Lerma, da paso a la plaza de Santa Clara.  Al dejarlo atrás, sorprenden las hechuras herrerianas de esos arcos construídos bajo un tramo del pasadizo que comunicaba el Palacio Ducal con la Colegiata, parcas en decoración, pero con proporciones muy atractivas. La nieve caída y una breve tregua que dejó entrever el azul del cielo le pusieron la guinda al momento.






También estuve un ratillo recreándome en el contraste entre una rosa y sus alrededores invernales en la plaza de Santa Clara.




Al ver de nuevo esta foto que hice del convento de las Clarisas me entra algo de melancolía, pues en ese momento estaba en plena efervescencia el fenómeno vocacional que haría que se multiplicara el número de religiosas residentes en el mismo... En el 2010 se crearía la nueva orden Iesu Communio, y cinco años más tarde se trasladarían todas las monjas a la Aguilera, quedando, eso si, el demandado despacho de dulces regentado por religiosas desplazadas diariamente desde allí... Se da la paradoja de que este monasterio se abandonaría tras la "avalancha de vocaciones", al quedarse pequeño para acoger tanto personal,  y otro de los también creados en tiempos del Duque, el del Carmen, también lo haría tan solo un año después por la "escasez de vocaciones"...


La cercana plaza mayor, que presume de ser más grande que la de Salamanca, presentaba en plena nevada menos coches de los que me esperaba... aunque nunca faltan... Al fondo podéis ver la iglesia de San Blas y parte del convento de las Dominicas donde "resisten" las últimas religiosas de clausura de Lerma...


A la izda. de la foto podéis ver el arranque de uno de los arcos sobre los que transcurría el pasadizo que unía
el convento de Dominicas con el Palacio, destruído en el siglo pasado para facilitar el acceso al tráfico rodado.

La inclinada calle Mayor, otrora centro neurálgico de la villa, cada vez menos poblada y con menos locales en pleno funcionamiento sigue resultando muy atractivaa los ojos del visitante, y más en un día como áquel, con su enlosado cubierto de blanco, al igual que los campos de Ruyales, que por aquí se dejan ver sobre sustejados...


Sobre las 10 de la mañana cuando me encontraba en la plaza del Mercado Viejo decidí volver a casa, y lo hice dando un pequeño rodeo por la calle de los Pajares,  recreándome un rato en la antes mal llamada calle de la Vista Fea... Muchas escaleras y cada vez menos casas centenarias, pero la vista de fea no tiene nada desde el Altillo... a pesar de los cables...




También me acerqué a la solana baja, desde cuyo pretil hay buenas vistas hacia la zona de la abandonada estación de ferrocarril y los silos, con el "murazo" de las huertas del Carmen...


Ya finalizando el recorrido hice algunas fotillos en mi querida... y denostada... plaza de San Juan, aún sin la urbanización que poco después le trajo fuente y planicie... (un toque "moderno" que nada tenía que ver con el añorado pilón donde abrevaban los machos y bueyes de los labradores que por aquí vivieron y que ha dejado unos caños que no cumplen su función, pequeños cubiles de aguas estancadas y unos muros que quitan vistas... desde mi modesto punto de vista).  El caserío que véis en primer plano, donde aún se aprecian los antiguos lagar, pajar y establo, parece estar esperando una declaración de ruina que permita su desaparición y sustitución por algo más "moderno" y acorde con la plaza actual... paradojas de una gestión del patrimonio que no funciona como debiera (el casco histórico de Lerma, del que forma parte, está declarado Bien de Interés Cultural).



Tras dar señales de vida en un día tan gélido, decido continuar mi paseo y seguir disfrutando del blanco manto que cubría y engalanaba a la villa, acercándome a la única entrada que queda de la recia muralla que tuvo en el medievo, el Arco de la Cárcel. Daba miedo ver a las lermeñas bien entradas en años cruzando la carretera...


Luego bajaría por la zona de huertas y enfilaría hacia la estación ferroviaria, hoy en desuso, desde donde se tienen muy buenas vistas sobre todo el caserío de Lerma.




Y con la nieve de nuevo empezando a caer con fuerza, me acerqué al puente medieval sobre el Arlanza, que también dejaba bonitas imágenes para el recuerdo.

Desde aquí se aprecia la "locomotora" (la Colegiata)  con sus "vagones" detrás que hizo ver "la Dolores"
a tantos y tantos turistas durante sus entretenidas y atípicas visitas guiadas...


De regreso al pueblo, no podía dejar de retratar a la ermita del humilladero, la única que quedó de la urbanización del parque por el Duque de Lerma. Ya era cerca del mediodía cuando un paseo inolvidable llegaba a su fin...


Bueno, mejor dicho, a su intermedio, pues después de visitar el bonito Belén que entonces se encontraba en la Piedad y que año tras año aumenta y se mejora por la desinteresada y altruísta labor de unos cuantos amigos lermeños, la persistencia de la nieve invitaba a darse otro buen garbeo... cuando menos...

Y hete aquí que, sobre las 5 de la tarde, con el buche lleno y la nevada arreciando, de nuevo me encontraba junto a la ermita de la Piedad intentando inmortalizar esos momentos y evitar que los húmedos copos se colaran bajo el paraguas y mojaran el objetivo de la cámara.


Cambié poco el recorrido inicial de la mañana, y enseguida pude comprobar como los centímetros de espesor de la nieve aumentaban rápidamente. La cruz sobre una columna que hay en la plaza de San Pedro apenas se distinguía...




Me gustaba el plus que aportaba a las fotos la ventisca del momento...






Aquí cambiaría mi recorrido matutino, acercándome al molino de Solacuesta, otra de las construcciones que nos quedaron de tiempos del Duque reconvertido en coqueto albergue  en la actualidad. Las aguas sobre las que se encuentra vienen del Arlanza desde la Presa, varios kms. río arriba, por el llamado caz del río Chico, también desde el s. XVII.



Desde el puente sobre el caz y desde el pequeño parque junto al molino se ofrecen muy buenas vistas, y había que aprovecharlo...








Sobre las 6 de la tarde me iba a sorprender por aquí la llegada de la noche, y la iluminación del Palacio iba a aportar algo nuevo a las fotillos hechas de día...


Un cuarto de hora más tarde me encontraba finalizando el paseo vespertino en la porticada Plaza Mayor (o Ducal). Si os fijáis en los tejados de las torres del Palacio se puede apreciar que el viento pegaba fuerte.



Y el lunes 27 nos recibió con un cielo azul que invitaba incluso a los más reacios del día anterior a salir a disfrutar de la nieve caída.

Subimos a mediodía a disfrutar de las vistas desde la estación donde estuve el día anterior, desde donde ya se apreciaban bien las formas mamarias de la sierra de las Mamblas (que le dan nombre), sobre los tejados lermeños.





De nuevo en Lerma, los balcones y tejados del Palacio lucían unos chupiteles espectaculares.


Y al cruzar las calles, sobre todo las más inclinadas, que no son pocas, había que andar con tiento tras la helada nocturna... pero mereció la pena, y mucho, el poder vivir y dejar plasmado en imágenes un día así...







Añadir No había llegado aún San Blas.., pero las cigüeñas ya estaban sobre el bonito
campanario de Santo Domingo...; no quisieron perderse el espectáculo, fijo...



Aprovecho la ocasión para animaros a los que no conocéis aún el pueblo a pasar por allí. Alicientes no faltan, y no me refiero solo a la reputada fama del lechazo o a la creciente del vino de Arlanza; los alrededores esconden también mucha belleza cultural y natural (Covarrubias, Silos, la Yecla, San Pedro de Arlanza, el desfiladero de Ura, Sta. María del Campo, el increíble "territorio Artlanza"...).

Aquí podéis ver otras entradas del blog sobre Lerma y comarca.

Salu2 a tod@s  de este "lermeño ausente" desde Salamanca.


3 comentarios:

  1. Precioso y completisimo relato. Se ve claramente la motivación de lermeño y el manto de nieve, que convirtieron al pueblo en un bello espectáculo, muy fotografiado y descrito. Me has puesto los dientes largos para volver pronto a tu pueblo. ENHORABUENA!

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  2. Lo dirás por lo del lechazo y el vino, jua, jua. Gracias, Antonio.

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  3. Entre otras cosas de tu pueblo...Muy bueno!

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