miércoles, 16 de noviembre de 2016

Aquitania 8-17/08/2016

Cuando descubrimos la duna de Pilat y Burdeos el año pasado nos sorprendió gratamente lo cerca que tenemos una zona con muchos alicientes, y este año hemos decidido dedicar parte de las vacaciones veraniegas a conocerla un poco más. A la hora de planificar un poco el viaje, la casualidad ha hecho posible que unos amigos y vecinos nuestros nos recomendaran la Aquitania rural y nos dejaran una guía muy bien estructurada, con buenos mapas y fotografías y repleta de información útil... en inglés...; es de la editorial DK, colección Eyewitness travel y se titula Dordogne, Bordeaux & the southwest coast.

Lunes 8 de agosto. Saint Jean de Luz. 

El centro de operaciones iba a estar en Marmande y, como en otras ocasiones, buscábamos combinar visitas más bien culturales con actividades atractivas para los más menudos de nosotros, especialmente algún acercamiento al mar, con lo que nos iba a tocar coger el coche más que otras veces durante la estancia.

Viajamos el lunes por la mañana, haciendo una parada "trénica" en San Juan de Luz para remojarnos un poco y hacer el trayecto más llevadero. Ya conocíamos de las bondades de este enclave, que también visitamos hace 3 añitos en otra salida veraniega por tierras euskaldunas que podéis ver aquí.


Vuelvepiedras

Proseguimos nuestro viaje después de comer y darnos unos buenos baños y un buen paseo por el pueblo, que estaba a reventar de gente, y a última hora del día llegamos a la casa que habíamos alquilado por una semana a un precio muy barato. A más de uno de nosotros se nos cayó el alma a los pies al ver el estado en que se encontraba ésta, con una cocina minúscula, muchos muebles reciclados y poco funcionales y rincones con suciedad... Tuvimos problemas incluso para utilizar los fuegos, de gas... aunque las camas estaban bastante bien y los baños habían sido renovados... La señora responsable, con su casa al lado, tampoco ayudaba mucho cuando presentamos las quejas pertinentes, y estuvimos en un tris de marcharnos, aunque al final decidimos quedarnos tras solventarse al día siguiente parte de los problemas.

Martes 9 de agosto. Saint Émilion.

Y después de esta llegada "triunfal" empezamos eligiendo Saint Émilion, a una hora de coche desde Marmande, como destino para pasar el día. No acostumbramos a madrugar en este tipo de vacaciones y, a mayores, los problemillas nos retrasan más de lo debido, con lo que no llegaremos a nuestro destino hasta bien pasado el mediodía. Se nos van a quitar todas las penas al llegar a la ciudad... Venida a menos en cuanto a habitantes se refiere en la actualidad, con poco más de 2000, llegó a pugnar con la mismísima Burdeos en la Edad Media. Han quedado de su edad de oro numerosos monumentos, algunos de ellos en un estado bastante precario, dentro de un caserío pintoresco y atractivo con sus edificios de piedra arenisca ocre coronados de tejas rojas que nos recuerdan a nuestra tierra. Una buena gestión de los recursos, materia ésta en la que tenemos que aprender mucho de nuestros vecinos del norte, han convertido Saint Émilion en un foco turístico de primera, mayor si cabe con la generosidad climática y agraria de esta zona de colinas repleta de viñedos.







Muy recomendable la visita guiada a la iglesia rupestre y al primer asentamiento del monje ermitaño que en el s. VIII dio origen (y nombre) a la ciudad. Una pena que no dejen hacer fotos ¿?. También lo es un paseo por sus calles, algunas con fuertes pendientes, en busca de los puntos más elevados, con miradores espectaculares y restos de varios monasterios con sus claustros. Quedan una parte de sus murallas y los restos del castillo, con bastante actividad durante la Guerra de los 100 años, que se ha convertido en el mejor "vista point" de la ciudad.







Comemos en un parque junto a una de las entradas de la muralla, donde nos sorprende el despliegue de mesas y sillas que se está haciendo; nos enteraremos después que era para el marché nocturne, que los martes de verano toca aquí. Se lo montan muy bien para atraer gentes por estas tierras, preparando un parque o una gran plaza de esta guisa, y colocando en el centro o alrededor una serie de chiringuitos donde se puede comprar la comida y/o bebida a buen precio. Ah! y sin olvidar la música en directo. Estos mercados nocturnos se complementan con otros diurnos más parecidos a los de aquí, y suelen repetirse una vez por semana en distintos pueblos de interés.Visitamos el marché cuando empieza a animarse, y desde aquí  regresamos al coche, dejando Saint Émilion pasadas las 20,30 h.



Miércoles 10 de agosto. Bordeaux.

Conocimos esta bonita ciudad  el verano pasado camino de París. Los amigos con los que estamos tenían muchas ganas de conocerla y  a nosotros nos apetecía volver, con lo que era un destino obligatorio. Como también hay una tiradita desde Marmande, empezamos nuestra excursión pedestre sobre las 11,30 h., ejerciendo de "experimentados guías" y disfrutando en el casco histórico y en las orillas de la Garonne. No os quiero aburrir repitiendo nombres de monumentos o curiosidades que ya os conté el año pasado y podéis encontrar en esta entrada, pero alguna cosilla más si que añadiré.




En el puerto fluvial echamos en falta la impresionante fragata del s. XVIII "L'Hermione", aunque encontramos en su lugar un gran crucero de lujo que también llama mucho la atención.


Nuestra visita al interior de la catedral la haremos en esta ocasión con una guía española voluntaria que nos la hará muy amena; incluso deja la llave de una capilla al pequeño David, para que nos la abra al final del recorrido.





En esta ocasión algunos de nosotros vamos a entrar en el Gran Teatro cuya sala principal cuenta con una decoración espectacular.





Descubrimos otras curiosidades que se nos pasaron la vez anterior, como una estatua de Goya, que vivió muchos años aquí, o el amaneramiento de algunas de las estatuas del monumento a los Girondinos, que toman un aspecto aún más "gaylord", si cabe, con la formación del arcoiris en las gotitas en suspensión de la fuente.






Nos acercaremos a la iglesia de St. Louis des Chartrons, cuyas torres destacan en el skyline de la ciudad. Aunque bastante moderna (fines del XIX), sus proporciones, el paseo hasta llegar a ella  y su interior bien merecen una visita.

Decidimos quedarnos a cenar en el centro aunque, fruto de la improvisación, tendremos algún problemilla para encontrar un lugar "operativo". Y será ya cerca del día siguiente cuando retomamos el coche para volver a Marmande.

Jueves 11 de agosto. Eymet, Bergerac, Monbazillac, Issigeac.

En este día vamos a empezar a conocer un poco del entorno rural en el que nos encontramos, con una historia bastante peculiar en la Edad Media que ha dejado no pocos vestigios en la actualidad. Por una de esas casualidades tan frecuentes entonces con los enlaces dinásticos y las muertes inesperadas de los herederos, gran parte del  suroeste francés pasó a manos inglesas a mediados del s. XII, y fue en el ducado de Aquitania donde duró más su ocupación. En 1328 se generalizan las hostilidades al negarse el soberano inglés a pagar el Homenaje acordado por ocupar terrenos franceses, comenzando la llamada Guerra de los 100 años, que se prolongaría hasta 1453. Entre 1220 y 1370 se mandaron construir cera de 300 ciudades fortificadas buscando el autoabastecimiento económico, con un funcionamiento político y militar bastante autónomo, negociado entre los fundadores de estas "bastidas" y los dueños de los terrenos agrícolas de los alrededores.

Nuestro primer destino, a mitad de camino hacia Bergerac, será una de estas bastidas, Eymet, donde aún se pueden distinguir claramente algunos de los elementos más característicos que se repetían en estos enclaves, como la gran plaza porticada central o algunas charretières, calles principales de acceso, y traversières, más estrechas, que se trazaban en ángulo recto uniendo aquéllas. Llegamos en día de mercado "diurno", con las calles y plaza repletos de puestos y gentes. Damos un buen paseo, visitando también la zona donde se encuentran los restos de un castillo.





Creo que es un pez gato, especie foránea y bastante dañina...


Decidimos acercarnos a Bergerac para comer, parando antes del puente de acceso a la ciudad sobre el Dordoña, donde encontramos un merendero que nos viene al pelo. Desde aquí haremos la visita a pie, tras una siestecilla algunos y un paseo por las orillas del río otros.


La ciudad fue ocupada alternativamente por los franceses y los ingleses durante la Guerra de los 100 años, y más tarde fue un bastión importante de los protestantes. En la actualidad se producen en la zona vinos de gran calidad, lo que atre también mucho turismo. También lo hace el recuerdo de Cyrano que, en realidad, no nació aquí ni tuvo vinculación con Bergerac. A pesar de ello se encuentran muchas referencias y una curiosa estatua en una de las plazas principales.

Hay rincones con mucho encanto, y en la zona del puerto se pueden dar paseos en gabarra o alquilar piraguas, actividades frecuentes a orillas del Dordoña.






Pasadas las 18 horas recuperamos los coches y decidimos acercarnos al cercano chatêau de Montbazillac, situado en una altozano próximo, rodeado de viñedos muy cotizados y con buenas vistas sobre los alrededores.



Desde aquí retomamos el regreso a casa, visitando antes el pequeño pueblo medieval de Issigeac, recomendado por la guía y por nuestros vecinos, que no defrauda en absoluto. Con un curioso diseño en espiral, es un placer recorrer sus callecillas que esconden algunos rincones de gran belleza.






Y más aún al coincidir con el marché nocturne de turno, como ya nos pasó en St Émilion. En plena efervescencia vespertina al llegar nosotros, hará posible que en nuestra visita por el pueblo apenas encontremos gente... y que nos demos un buen homenaje más tarde antes de regresar a Marmande.


Viernes 12 de agosto. Biscarrosse-Plage, Dune du Pyla.

Nuestro objetivo principal este día será visitar la duna de Pyla (o Pilat) al atardecer, a pesar de que se encuentra algo lejos y el acceso presenta alguna complicación, pues hemos de pasar por una zona de la autopista que lleva hacia Paris desde la frontera de Irún, petada en pleno verano. Y como el año pasado estuvimos en Capbreton, zona también previsiblemente petada de gente, decidimos en esta ocasión acceder a la duna desde el sur y pasar la mañana y tarde en la playa de Biscarrosse, que promete ser un buen destino; cuenta además con un gran lago interior, el de Sanguinet, junto a ella. Las compras, algún problemilla con el tráfico,  la elección de la mejor ruta... y la hora de la comida que se nos echa encima... nos ralentiza la llegada más de lo esperado (no será hasta bien pasadas las 17 horas cuando lleguemos a la playa).


Nos vamos a dar un buen baño al llegar a la playa, pero nos quedamos con las ganas de conocer de cerca las  orillas del lago, también con playa y mucho ambiente, por donde hemos pasado poco antes de llegar al mar. Así pues, decidimos ir allí antes de visitar la duna. Supone un gran atractivo para familias con niños pequeños, sin el viento que soplaba en el mar y con unas aguas transparentes sin olas y con poca profundidad durante cientos de metros. Un pequeño parque acuático en los alrededores y no pocas atracciones complementan la oferta de la zona en la que nos encontramos, donde también se ve mucho camping.


Sobre las 20 h. partimos hacia la duna, cuyo acceso encontramos bastante cambiado respecto al año anterior, habiéndose habilitado un aparcamiento de pago y encontrando unas curiosas escaleras de quita y pon para facilitar la subida a más gente en los meses veraniegos.


Como podréis imaginar no somos los únicos con la idea de ver el atardecer desde allí arriba, pero a pesar de haber mucha gente se está muy a gusto.





Pasadas las 22 h. retomamos los coches y tras algún que otro problema al pagar el parking iniciamos el retorno de casi 150 km. a Marmande que nos llevará casi una hora y tres cuartos.

Sábado 13 de agosto. Monflanquin, Durás, Monsegur.

Y el último día que vamos a compartir rutilla con los Paco's nos decidimos por un kilometraje también más largo del deseable, en busca de algunos de los enclaves recomendados por nuestros vecinos y la guía que llevamos. Nos dirigimos en primer lugar por carreteras secundarias que ralentizan la llegada a otra de las bastidas mejor conservadas, la de Monflanquín. Llegamos pasado el mediodía, dando un paseo por su interior, con una gran plaza que repite la estructura de la de Eymet, aunque en este caso se conservan la iglesia-fortaleza, y algunas traversières cruzadas por pasadizos que unen algunas casas de ambos lados de la calle y dandoles un toque especial.







Después de comer junto a un mirador, continuamos nuestro paseo por las empinadas calles de la bastida, decidiendo descartar Monpazier, seguramente la bastida mejor conservada, pero cuyo acceso supone alejarnos más, y buscar un destino vespertino próximo a Marmande. Nos decidimos por Durás, otra ciudad-bastida que domina el valle del Dropt y que cuenta con un atractivo castillo desmantelado durante la Revolución Francesa y reconstruído parcialmente en la actualidad.


Como estamos muy cerca de Monsegur y nos pilla de paso, nos acercamos a esta población, también creada bajo el patrón de las ciudades-bastida, con un curioso mercado de hierro y cristal construido en el s. XIX en medio de su gran plaza central.




Coincidiremos aquí con la celebración de una boda de un par de jugadores de baloncesto, según parece a juzgar con la sorpresa que les tienen guardada parte de los asistentes a la salida de la iglesia.


Hoy hemos decidido regresar con tiempo para comprar algunas cosas en el supermercado y para que los más menudos disfruten un poco de la pequeña piscina que podemos utilizar en casa, y así lo hacemos, antes de despedirnos de Marmande y de nuestros amigos al día siguiente.

Domingo 14 de agosto. Limeuil, Le Bugue, Perigueux.

Los Paco's parten rumbo a España antes que nosotros, que nos lo tomamos con calma. Limamos asperezas con la dueña, que nos enseña la bonita casa donde vive y nos regala una mermelada casera tras dejarle nosotros algunos alimentos que nos han sobrado, y partimos rumbo al Perigord Noir.

La verdad es que no tenemos muy claro lo que vamos a hacer durante los dos días que nos restan antes de volver a España; reservamos lugar para dormir la primera noche en los alrededores de Périgueux esa misma mañana, decidiendonos por explorar un poco la zona donde el valle de Vézère se une al de Dordoña, con una gran densidad de castillos y pueblos que se cuentan entre los más bonitos de Francia en lo que seguramente sea la zona con mayor turismo interior del país vecino.

De nuevo pasamos cerca de Monpazier, no parando a conocerlo, y nuestro primer destino va a ser Limeuil, donde se juntan los ríos de los que acabo de hablar. Y lo primero que nos va a sorprender va a ser la gran cantidad de canoas que se dejan ver. La profusión de pueblos con encanto, castillos, palacios.., en las orillas de ambos ríos en esta zona hace que las travesías en piragua sobre sus aguas tranquilas, casi sin remar al plantearse de arriba hacia abajo, tengan mucha demanda. Y las ofertas son desde un par de horas hasta todo el día, siempre con un coche o autobús de recogida al final del trayecto para recuperar los coches.






Visitaremos el pueblo y comeremos junto al río, decidiendo acercarnos al vecino pueblo de le Bugue y visitar su acuario de agua dulce, publicitado como el mayor de este tipo de Francia. Nos veremos sorprendidos con algunas especies y nos gustará mucho en general.




En las proximidades se encuentra el otro gran atractivo de la localidad, le village de Bournat, que recrea la vida rural del Perigord a lo largo de la historia en un gran museo al aire libre; no lo visitaremos, aunque tiene muy buena pinta desde fuera.


Dedicaremos lo que queda de tarde a acercarnos y visitar Périgueux, capital del llamado Perigord Blanc. Siempre me llamó la atención la original forma de su catedral, de clara influencia bizantina. Muy recomendable un paseo por su amplio casco histórico, especialmente a última hora del día, como lo hacemos nosotros.









Decidiremos quedarnos en la ciudad a cenar, pero elegimos un local en la bonita plaza de San Luis donde tardan mucho en atendernos y no comemos bien. Después de recorrer algunas calles más en otro minipaseo nocturno, recuperamos el coche y nos vamos al hotel.




Lunes 15 de agosto. Sarlat, Beynac, la Roque Gageac, Castelnaud, Montignac.
Reservamos para el día siguiente una habitación en un pequeño hotel bien valorado en Montignac, y decidimos dedicar el día a conocer algunos pueblos de encanto en la zona del valle de la Dordogne antes de unir sus aguas con las del Vézère. Empezaremos con el plato fuerte, la ciudad de Sarlat, que se convirtió en un gran centro comercial entre los s. XIII y XV, manteniendo en la actualidad un patrimonio artístico de primer orden, muy bien restaurado a mi parecer. Sorprende la gran cantidad de gente con que se cruza uno al recorrer sus calles, pero es lógico en un lugar que ofrece tanto.






La atrevida restauración de los restos de la  iglesia de Santa María, convertida en un mercado cubierto con una gran puerta entreabierta para acceder a la impresionante plaza de la Libertad sorprende y, al menos a mí, me gusta mucho.


Y también el mensaje plasmado en ella...


A pesar de las muchedumbres que encontramos Sarlat nos va a regalar rincones únicos.





Me llama la atención esta pareja que lleva un carrito de niños para que no se cansen sus perritos...


Comeremos en una pequeña plaza escondida del bullicio, y después seguiremos nuestra visita, encontrando muchas galerías de arte, algunas de las cuáles eligen muy bien sus espacios de exposición...



Sobre las 13, 45 h. dejamos Sarlat y poco después llegamos a Beynac, que nos saluda a orillas de la Dordoña con su castillo colgado sobre el precipicio.


Las bondades de este lugar ha atraído a no pocos artistas y escritores, algunos de los cuales decidieron quedarse a residir allí, como Camille Pissarro o Henry Miller. Como sucedía en Sarlat, el pueblo cuenta con numerosos estudios de artistas.



Su castillo, situado  a 150 m. por encima del río, en un lugar estratégico como su rival, Castelnaud, que visitaremos a última hora de la tarde, tuvo una vida muy agitada durante la guerra de los 100 años y las de Religión.

Nos quedaremos a comer a la sombra de los árboles que encontramos a la orilla del río, aprovechando también para darnos un buen baño. La visita del pueblo exige cierto esfuerzo, con rampas potentes; no entraremos en el castillo ni en el parque arqueológico por falta de tiempo, pero si nos deleitaremos desde la parte alta con las vistas de los alrededores. Llegaremos a ver escondido el próximo castillo de Fayrac, al otro lado del río... y nos quedaremos sin ver otro muy cerca de áquel, también impresionante, el des Milandes, que fue propiedad de la conocida cantante de los felices años 20 Josephine Baker.









Sobre las 5 de la tarde partimos río arriba hacia otro de esos pueblos de cuento, situado también muy cerca de aquí, La Roque-Gageac. Como hemos visto en Beynac, el río se muestra muy colorido por la gran cantidad de piraguas, y por aquí también se ofertan paseos en gabarra. El acceso a la fortaleza está cerrado por haberse producido desprendimientos y no es posible el acceso al château de la Malartrie, de propiedad privada.., pero es mucho lo que ofrece el pueblo al visitante. Un paseo por sus dos calles principales ofrece vistas impresionantes.














Y acabaremos la jornada viajera acercándonos sobre las 7 de la tarde a la fortaleza de Castelnaud. No entraremos al castillo, que cuenta con un museo de la guerra muy interesante, aunque vemos parte de las catapultas del mismo desde el exterior. La población que se desparrama ladera abajo desde el castillo esconde también rincones que merece la pena buscar.





Y apenas media hora o tres cuartos después partimos hacia Montignac para conocer de día nuestro alojamiento y buscar un lugar para cenar en el pueblo. A orillas del Vézère, desde aquí parten también trayectos en piragua, y nos quedaremos con las ganas de hacer alguno al día siguiente.  Coincidimos en Montignac con una fiesta, cenando en lo que parece ser una especie de Marché Nocturne, y viendo unos fuegos artificiales luego. Un pequeño paseo con alguna paradita para ver música en directo y a la camita cerca de medianoche...


Martes 16 de agosto. Saint Léon-sur-Vézère, Lascaux, Zarauz.

Y como hoy es día de regreso, decidimos dedicar la mañana a conocer algún lugar más de la zona, que ofrece mucho. Nos decidimos por el pueblo cercano de Saint Léon-sur-Vézère, muy cerca de aquí, pues a primera hora hemos reservado entradas para visitar la reproducción de la cueva de Lascaux antes de irnos, y no es cuestión de alejarse mucho. Dudamos si acercarnos a la impresionante abadía fortificada de Saint-Amand-de-Coly, también cerca, pero no hay tiempo para todo (Monpazier, Rocamadour, Eyrignac, Padirac.., material de primera para otras "vacances"...) La pequeña iglesia románica de Saint Léon nos esconde una sorpresa, pues tres músicos están preparando un concierto que tendrá lugar por la tarde, y podemos deleitamos "de gratis" con sus interpretaciones de conocidas piezas de música clásica.



El paseo por el pueblo, uno más con castillo privado al que no se puede acceder ni contemplar "en condiciones",  nos deja también rincones para el recuerdo.


Como curiosidad, os comento que esos ventanucos que sobresalen del muro de la torre de la foto dejando un hueco en la parte de abajo eran las letrinas de la misma...


A última hora de la mañana visitamos la reproducción de la cueva de Lascaux que, al igual que Altamira, se conoce por aquí como la Capilla Sixtina de la prehistoria. Merece la pena, la verdad. Pero como no se pueden hacer fotos, os dejo en su lugar ésta de unos grabados que vimos en Limeuil dos días antes que muestran algunos de los animales allí representados.


La tarde la dedicaremos a regresar a España, quedandonos en Zarauz un par de días con la familia. Y esa misma noche coincide con el lanzamiento de miles de farolillos desde el malecón.., una bonita despedida de las vacaciones veraniegas...









1 comentario:

  1. Precioso viaje y mejor descripción con un acompañamiento fotográfico maravilloso. Muchos recuerdos me han traído estos fantásticos pueblos franceses tan bien cuidados e integrados perfectamente en un entorno siempre respetado y cuidado.Los ríos punto y aparte...Gracias por comaprtirlo.

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