viernes, 8 de abril de 2016

Valencia y la Albufera 21-26/03/2016.

Aunque este año cuadraban muy bien las vacaciones de los peques para aprovechar y conocer de cerca las Fallas, preferimos esperar a que se gastaran todos los petardos y disminuyera el tráfico en la A3 antes de partir rumbo a la capital del Turia. Sobre las 8.30 h. del lunes partimos de Salamanca tres familias. Sin problema alguno pasaremos Madrid vía M30, y tras una parada llegamos a tiempo para comer a Valencia. Coincidimos justo al llegar con la otra familia que nos faltaba, que venía desde tierras riojanas.

El uso del GPS nos ayudó, y mucho, a llegar rápidamente al centrico Hóstel donde habíamos reservado cinco días de estancia con desayuno, ubicado enfrente de uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad, la Lonja de la Seda. La verdad es que para el tipo de vacaciones de zapatilla y mochila que nos gusta a nosotros cuando queremos conocer a fondo una ciudad este tipo de establecimientos vienen muy bien, y más aún si se trata de un grupo nutrido y con peques, como es el caso. Así pues, tras las gestiones oportunas en nuestra nueva casa, descarga de enseres y localización de aparcamiento comemos en el espacio habilitado en el Hostel y, pasadas las 17 h., ya nos encontramos en uno de los monumentos que más ganas tenía de conocer, la Lonja.


Conocida como lonja de la Seda o de los Mercaderes fue construída entre mediados de los siglos XV y XVI con un estilo gótico flamígero, y está declarada Patrimonio de la Humanidad desde 1996.La altura de la llamada Sala de Contratación, con ocho columnas helicoidales exentas que se abren a modo de palmeras al llegar al techo, impresiona. Además, se complementa muy bien con detalles escultóricos y arquitectónicos en el interior y en el exterior, algunos muy restaurados pero fácilmente distinguibles por el distinto tono de la piedra (sin cargarse el conjunto, lo que es de agradecer).





Aunque menos, otro espacio que sorprende durante la visita es la cámara dorada del Consulado del Mar con un  gran artesonado policromado de madera restaurado hace poco. Llama la atención la placa que se encuentra a la entrada, donde alguien se ha cebado intentando, y casi consiguiendo, hacer ilegible el nombre de la alcaldesa que estaba al frente de la ciudad al finalizar dicha restauración...


Encontrándose cerrado el acceso a la torre, reconstruída en parte a finales del s. XIX (en el exterior se ve claramente el "añadido"), acabamos esta visita  recreándonos en la plaza del Mercado con los exteriores de otros dos grandes edificios que acompañan a la Lonja, la Iglesia de los Santos Juanes y el Mercado.



Un pequeño paseo nos lleva hacia las torres de Quart, donde son bien visibles las huellas dejadas por las balas de los cañones napoleónicos a principios del s. XIX.


Dejamos la subida a las torres para un día festivo, cuando son gratis las visitas a monumentos gestionados por el Ayto., y nos acercamos a la "gótica" iglesia de San Nicolás cuyo interior sorprende a cualquiera. Y es que los frescos barrocos añadidos muchos años después de su fundación, ennegrecidos por el paso del tiempo, han sido restaurados de forma magistral en los últimos años, hasta el punto de ser rebautizada en los folletos turísticos como Capilla Sixtina Valenciana...





Sobre las 19 h. seguimos nuestro periplo acercándonos a la plaza de la Virgen, donde nos encontramos con élla o, mejor dicho, con una gran estructura de madera que la representa, donde los maestros falleros depositan miles de flores para dar color a su manto y engalanar la plaza durante las fiestas de la ciudad.



Se nota que aquí anochece antes, pues ya empieza a caer la tarde cuando entramos poco después a la Basílica de la Virgen de los Desamparados donde nos recreamos un buen rato con las imponentes pinturas al fresco que ornamentan su gran bóveda central.


Y otra grata sorpresa nos espera al entrar en la catedral sobre las 19,45 h., y es que un coro y una orquesta están interpretando "de gratis" una obra que me gusta mucho, el Requiem de Fauré.


Como no podía ser de otra manera, prolongamos nuestra visita hasta que acaba el concierto, y coincidimos todos en que sorprende la belleza del interior de la catedral, destacando, para mi gusto, el cimborrio y la capilla donde, según muchas fuentes (el Vaticano entre otras), se encuentra el verdadero cáliz que utilizó Jesucristo durante la última cena.





Y sobre las 20,30 h., después de poner la guinda musical al jugoso pastel con el que nos ha obsequiado este primer contacto con la Valencia monumental, un pequeño paseo nos descubre los restos románicos que aún guarda la catedral y nos deja en el Hóstel a la hora de la cena.

Los planes en Valencia, y más yendo con niños pasan inevitablemente por una visita al museo de las Ciencias y al Oceanografic, y es más que recomendable dedicar un día a cada uno de estos eventos. El martes tenemos pensado acometer el primero, y decidimos acercarnos a la Ciudad de las Artes y las Ciencias a pie, como mandan nuestros cánones.

La situación de nuestro Hóstel nos va a permitir, además, aprovechar el camino para conocer nuevos monumentos. Decidimos primero atravesar el Mercado Central sobre las 10 de la mañana en plena vorágine mercantil, valga la redundancia. La espectacularidad arquitectónica de este espacio modernista construído a mediados del XIX es innegable.



Una media hora separa el centro, donde nos encontramos, de la Ciudad de las Artes y de las Ciencias en el "coche de San Fernando". Muy recomendable acercarse así, a la vista de los lugares por los que se pasa. Enseguida se da uno cuenta de que Valencia tiene ya tintes de gran ciudad, nada más pasar junto al Ayuntamiento. Frente a él y en la misma plaza, el Edificio de Correos, cuyo exterior también llama la atención, esconde una gran sala ovalada cuya techumbre vidriada bien merece asomarse a echar un vistazo en horarios de oficina... Otros edificios de las proximidades, como el del Banco de Valencia, sorprenden también con su decoración.





Y al llegar ya junto al antiguo cauce del Turia, reconvertido desde mediados del siglo pasado en un pulmón verde que cruza Valencia, nos vemos sorprendidos por la profusión de edificios modernos junto a las llamativas obras de Calatrava.


El día no acompaña todo lo que debiera, pero uno se queda boquiabierto igual al pasar junto a esos enormes edificios de formas caprichosas que toman formas diferentes según la perspectiva desde la que los observas. El primero de ellos, el Palau de les Arts parece que me va a fagocitar cuando le hago esta foto...


Y desde aquí, los reflejos de l'Hemisferic y el Museo de las Ciencias con el puente y al Ágora al fondo parecen un pez.., por ejemplo...


Da mucho juego el espacio cubierto por agua a la hora de fotografiar la zona, y abruma la espectacularidad de estas construcciones modernas, aunque el lado oscuro de estos logros también salta a la vista, no solo por el encarecimiento de los proyectos en su día, sino por detalles que se ven durante la visita, como algunas placas de cerámica ya desprendidas en el emblemático Palau o la pérdida de pintura en algunas zonas de los estanques...



Sobre las 11,30 entramos al Museo de las Ciencias y sacamos también entrada para ver una película en el Hemisferic a última hora de la tarde y visitar el Oceanografic mañana. El museo no nos decepciona a ninguno, destacando algunos detalles como el asistir al nacimiento de pollitos en incubadoras, el apartado y demostraciones dedicadas a Tesla, o el gran péndulo de Foucault que va tirando bolas con menos velocidad de la deseada por los curiosos. La película sobre el Universo del Hemisferic, sin embargo, perfectamente prescindible... (quizá debíamos habernos decantado por la única en 3D proyectada en ese momento...).






Son ya cerca de las 20 h. cuando salimos de la película y nos encontramos con la visión nocturna de los edificios de Calatrava, más espectaculares aún, si cabe, que por la mañana.


Demasiado viento para ver bien el "ojo" que forma l'Hemisferic con su reflejo...



En el camino de vuelta nos acercamos al parque Gulliver, con una gran representación de este personaje de Julio Verne como si fuera un gran gigante inmovilizado en la tierra por los enanos, que hace las delicias de los más peques. Como ha cerrado a las 20 h., dejamos su visita y disfrute para el día siguiente, Cerca de allí un par de "frikis" bici-trialeros nos sorprenden con sus piruetas.


Y al día siguiente volvemos a hacer el mismo recorrido camino del Oceanografic, con mejor tiempo, lo que da un aspecto distinto a los edificios junto a los que pasamos ayer. Nos acercaremos también a l'Umbracle, espacio que parece un gran invernadero. Todo lo contrario, pues en realidad es un espacio abierto que se convierte en un reducto de frescor en los días en que el calor más aprieta por estos lares.







Al pasar junto al Ágora y vislumbrar su interior da  pena verlo tan vacío, a pesar de tratarse de un edificio multifuncional. Según he leído recientemente es desproporcionado lo que cuesta su mantenimiento en relación con las celebraciones que acoge...


Y sobre las 11,20 h. entramos en el Oceanografic, cuyo original planteamiento con muchos espacios exteriores, que le diferencia de otros grandes acuarios que hemos visitado, nos va a gustar mucho a todos. De lo visto yo me quedaría por su originalidad con la bola-jaula con una gran red que impide que salgan las aves que vuelan en su interior, con el llamado túnel de los tiburones y con las zonas dedicadas al Ártico y al Antártico. El restaurante con vistas a uno de los grandes estanques o el salón de actos con algo parecido en el escenario también son muy originales. El espectáculo con delfines no me lo pareció tanto.



Morito
Calamón










Sobre las 18,30 h. abandonamos el recinto con intención de acercarnos un rato al parque Gulliver, disfrutando, de paso, con  nuevas perspectivas en la Ciudad de las Artes y las Ciencias.


El vanguardista aspecto de los tirantes del puente de l'assut de l'or, más conocido por  sus apodos: "el Jamonero" y el más poético "puente del Arpa". 

El "vacío" interior de l'Agora.








Y sobre las 19 h. llegamos al parque, que hará las delicias de nuestros peques durante cerca de una hora.


Al día siguiente toca bici. Los buenos precios de alquiler que hemos encontrado (7 € por cabeza y día) y la buena infraestructura viaria nos han convencido para acercarnos a la Albufera en este medio de locomoción tan sano y divertido. Antes de recoger las bicis  Paco y yo conseguimos información sobre la Albufera y los carriles-bici. Aprovecho también para tirar alguna fotillo mañanera en la zona noble valenciana...




Nos esperan las bicis a las 11 h. muy cerca de las torres de Serranos y, una vez allí, hacemos una foto de grupo con nuestras nuevas compañeras. Comenzamos el recorrido por el precioso carril-bici que recorre el antiguo cauce del Turia, atravesando la ciudad de las Artes y las Ciencias y saliendo de Valencia sin apenas tener que lidiar con coches.



Tras un pequeño reajuste del recorrido y varias paradas obligadas para hacer fotillos, sobre las 12,30 h. nos encontramos cruzando el Turia, dejando a nuestra izqda. la nueva desembocadura del río. Quince minutos antes hemos afrontado la única cuesta del camino, un puente ciclista-peatonal sobre la autovía.


A las 13,30 h., tras reagruparnos en el Saler, reservamos allí una pequeña excursión en barca hasta la Albufera para las 4 de la tarde y unas mesas en Ca Teresa para las 14,30 h. esperando que una hora y media sea tiempo suficiente para dar buena cuenta de unas paellitas... Y en la hora que nos queda anes de ambos eventos, seguimos pedaleando. Tomamos rumbo al Estany Pujol, lámina artificial de agua salada de gran tamaño entre la Albufera y el mar con orígenes turbios, relacionados con  un gran puerto deportivo cuyas obras se paralizaron hace años. Pero, como no estamos hechos para las prisas y hay que ir y volver, al final nos quedamos a poco más de 1 km. del lago artificial y nos damos la vuelta para llegar a tiempo a Ca Teresa.


Nos tocará esperar más de la cuenta, no llegando las paelleras hasta 10 minutos antes de la hora de la excursión en barca... Al final la espera vale la pena; muy recomendables todas, pero la paella de verduras se lleva la palma... Además, logramos retrasar la salida en barca media hora...


También ésta estará muy bien, y comparando con salidas desde el Palmar debemos haber pillado buena oferta, pues por 6€/adulto y 3€/niño, si mal no recuerdo, disfrutamos durante 1 hora de un paseo por un canal y por la Albufera. Las explicaciones del barquero nos ayudan a comprender un poco más la historia de esta Reserva Natural, reducida por el cultivo del arroz, pero que aún mantiene un humedal de importancia internacional.





Y en el capítulo de "jugosas observaciones" localizamos hasta cinco calamones, a los que los más pequeños tenían muchas ganas. También hemos visto un morito de lejos, y muchas garzas reales y gallinetas, junto a algunos azulones y gaviotas patiamarillas y reidoras.




Sobre las 17,30 h., antes de volver a Valencia, pasamos de nuevo por Ca Teresa, donde nos han dejado consumir los postres después de la excursión en barca... (lo sé, llevamos unos programas muy... demasiado apretados...). Y como debemos entregar las bicis a las 19,30 h. iniciamos media hora después el retorno sin la tranquilidad con que lo hicimos al venir, aunque tampoco agobiados, pues hay tiempo de sobra para disfrutarlo... si no hay pinchazos...


Todo sale a pedir de boca, salvo alguna que otra caída sin importancia, y todavía nos sobran unos minutos cuando devolvemos las bicis.


Camino al Hóstel me encuentro con este "sugerente" mural urbano. Y antes de cenar aún tenemos tiempo de acercarnos de nuevo a la plaza de la catedral y visitar la capilla del Santo Cáliz, que algunos no habíamos visto.


Y el último día compartido con el grupo lo dedicaremos a visitar algún monumento gestionado por el Ayto. ya que es festivo y, como os he comentado, las visitas son gratuítas. Subiremos primero a las torres de Quart, cuya altura impresiona desde arriba.


Con buenas vistas sobre el casco histórico valenciano, me ha sorprendido "a posteriori"  encontrar las gradas del estadio de Mestalla entre el cimborrio de la catedral y su llamativa torre, conocida por los valencianos como el Micalet (me he dado cuenta al revisar las fotos en casa).




Camino del Almudín y del museo de la Ciudad, vemos varias parejas de cotorras cabecirrojas junto a sus nidos en el palacio de la Generalitat. Una vez en el espacio arqueológico musealizado se pueden contemplar restos de la ciudad de distintas épocas, destacando los romanos.





Sobre las 12 h. regresamos al Hóstel para recoger las maletas que nos han dejado guardar en un trastero y el GPS nos lleva a la playa de la Malvarrosa para despedir Valencia como es debido, en la playita. Los más valientes se darán un baño y todos comeremos y sestearemos un rato. 


Tres horas más tarde nos despedimos, y unos retornan a tierras charras y otros a tierras riojanas vía Teruel. Nosotros nos quedamos un día más, pero nos decidimos por reservar habitación en un Ibis fuera de Valencia ante la escasez de lugares y subida de precios en la ciudad.

La tarde la dedicamos a dar un paseo hasta el puerto y nos encontramos con varias placas en la avenida dedicadas a gente famosa del mundo del cine y con un monumento dedicado al gran Antonio Ferrandis.



El viento y las nubes tornan algo más desapacible la jornada vespertina, pero a cambio disfrutamos del vuelo de grandes cometas y de las gaviotas de Audouin que, curiosamente, son las únicas gaviotas que vemos por la playa...





Sobre las 19 h. estamos de regreso en el centro de Valencia, dejando el coche en el mismo aparcamiento privado donde ha descansado toda la semana, aprovechando el bono semanal que aún nos dura. Nos caerá la noche en la plaza del Ayuntamiento donde, por fin, vemos los juegos de luces de su fuente que no funconaban a estas horas en días laborables.




Y sobre las 9 de la noche decidimos acercarnos a cenar a la plaza del mercado, pasando por un rincón con un bonito mural que se nos había escapado los días precedentes.


Y el sábado por la mañana, después de obsequiarnos con un buen desayuno en el Horno del Palmar, nos acercamos al centro de interpretación de l'Albufera que hay en sus proximidades, donde alguna jugosilla observación nos espera...

Cigüeñuela
Tarros blancos

Andarríos grande

Flamencos y tarros blancos
Nos acercamos a pie a la playa pasando, hoy si, junto al Estany de Pujol. Y cuando decidimos regresar antes de que cierren a las 14 h. el Centro de Interpretación, donde hemos dejado el coche, me sorprende ver un bando de negrones comunes muy cerca de la playa.

Lagartija colirroja
Estany de Pujol
Negrones comunes
Y antes de salir rumbo a Salamanca sobre las 18 h., pasamos el último "control de avituallamiento" en Ca Teresa (en esta ocasión nos tocó esperar aún más, demasiado...) y nos acercamos a la playa del Saler despidiéndonos del Mediterráneo con un buen baño...

No hay comentarios:

Publicar un comentario